Los principios de diseño son una declaración de intenciones que sirven de guía a la hora de tomar decisiones de diseño. No son normas estrictas, sino ideas flexibles que proporcionan, a la vez, inspiración y límites a la hora de ejecutar un proyecto.
Por ejemplo, los principios de diseño de Airbnb son 4: unificado, universal, icónico y conversacional. En estos cuatro adjetivos se concentra toda una filosofía de trabajo. Por ejemplo, podemos fijarnos en que Airbnb ha incluido el adjetivo universal. De este único calificativo podemos extraer toda una serie de conclusiones:
- Airbnb es un producto usado en todo el mundo, por una comunidad global de usuarios, tanto propietarios como huéspedes.
- Estos usuarios tienen idiomas, cultura, ideología y religiones diferentes.
- Pero, además, son también diversos en cuanto a orientación sexual, capacidades físicas y neurocognitivas.
Por tanto, el equipo de Airbnb, siguiendo este principio, ha de tener en cuenta que el diseño y el lenguaje de sus productos sea accesible e inclusivo. Esto les permite responder a las necesidades de usuarios con diversidad funcional, por ejemplo, permitiendo a los propietarios señalizar en la app cuándo un alojamiento está adaptado para personas con discapacidad. Este principio de diseño también exige tener en consideración la seguridad de colectivos como las personas transexuales. Y también evitar expresiones que tengan difícil traducción, porque son propias de la cultura del diseñador, o sean directamente ofensivas, como usar un icono de una hucha de cerdito como símbolo de ahorro, ya que el cerdo es un animal con connotaciones negativas en la religión islámica y judía.
Los principios de diseño pueden ser muy variados y dependen de la cultura y objetivos de la entidad que los ha formulado: transmitir credibilidad y confianza, ser consistente, hacerlo sencillo o tener en cuenta el contexto son todos ejemplos reales. El famoso axioma de Dieter Rams, “menos, pero mejor”, es otro principio de diseño.
De la inclusividad en diseño al diseño inclusivo
Cada organización fija sus propios principios, de forma que estén en armonía con los valores de la marca y reflejen tanto los objetivos actuales como los que se pretenden alcanzar en un marco de tiempo concreto. Es decir, también son aspiracionales. Por eso, muchas organizaciones incluyen, cada vez más, la inclusividad como uno de sus principios de diseño de una manera u otra, como por ejemplo Atlassian o Adobe.
Pero también hay iniciativas que buscan poner la inclusividad en el centro, y que han creado principios partiendo de esa base. Es decir, en vez de incorporar la voluntad de ser inclusivos como un principio de diseño, son principios de diseño que, de base, son inclusivos.
Una de los primeros en articular unos principios de diseño inclusivo fue el Design Council del Reino Unido, que los resumió en 5 puntos en 2006:
- Poner a las personas, en plural, en el centro del proceso de diseño. Esto supone evitar abstraer el proceso de diseño hacia un usuario individual, para tener en cuenta a una pluralidad de personas diferentes, y los lazos sociales y comunitarios que forman.
- Reconocer la diversidad y la diferencia. Las discapacidades pueden ser transitorias y afectar, en algún momento, a una gran parte de nuestros usuarios. Por ejemplo, una persona con un carrito de bebé se encontrará con gran parte de los mismos problemas que una persona que necesita una silla de ruedas para desplazarse.
- Ofrecer opciones cuando una solución no es universal. Desmontar barreras y tener en cuenta las necesidades de personas con diversidad funcional o neurocognitiva beneficia a todo el mundo y permite una mayor accesibilidad.
- Ofrecer flexibilidad de uso. En vez de diseñar de forma prescriptiva, de arriba (diseñador) a abajo (usuarios), la flexibilidad permite al diseño adaptarse a usos y necesidades cambiantes y, por tanto, reforzar su inclusividad.
- Crear entornos disfrutables por cualquier persona. Navegación, accesibilidad, señalética o contraste son todo elementos a tener en cuenta para asegurar que cualquiera puede usar nuestro producto en igualdad de condiciones.
En realidad, estos principios fueron formulados por el Design Council pensando en la arquitectura y el diseño de espacios, pero vemos que son fácilmente trasladables a experiencias digitales.
El Centre for Inclusive Design de Australia, una organización que lleva desde el año 1982 trabajando en iniciativas de inclusión, propone, junto al Inclusive Design Research Center de Toronto, 3 principios de diseño inclusivo:
- Reconocer la diversidad que hace única a cada persona. Esto implica que una única solución no puede satisfacer las necesidades de todos. Por tanto, lo óptimo es permitir que el diseño se pueda adaptar a las circunstancias de cada persona. Por ejemplo, teniendo en cuenta la experiencia de usuario cuando se usan lectores de pantalla.
- Uso de procesos y herramientas inclusivas. Este principio apunta a la necesidad de diversidad dentro de los equipos de diseño. Un equipo que incluya personas de diferentes contextos, con diferentes capacidades físicas o neurocognitivas, estará mejor preparado para construir productos desde una perspectiva inclusiva.
- Impacto positivo amplio. Las decisiones de diseño no son hechos aislados, sino que tienen lugar dentro de un sistema, con diferentes elementos conectados. Un diseño inclusivo no solo es positivo para personas cuyas necesidades se alejan de lo normativo en ese momento, sino que tiene un potencial de impacto mayor y a más largo plazo. Es obvio que cuantas más aplicaciones y productos se desarrollen desde un punto de vista inclusivo, esta perspectiva de diseño será vista, cada vez más, como un estándar, y no como una aspiración deseable.
Existen muchas otras iniciativas para formular principios de diseño inclusivo, de compañías como Microsoft o Wix, el Institute for Human Centered Design o los propuestos en Inclusive Design Principles, un proyecto de 4 personas especialistas en usabilidad respaldado por Barclays.
Cada propuesta es diferente. En algunas, se reduce a 3 principios, otras lo llevan a 7, pero todas tienen elementos en común:
- Su voluntad de poner a las personas, diversas, únicas, con capacidades diferentes y cambiantes, en el centro del proceso de diseño, en vez del uso de arquetipos promedio. Es decir, una vocación de universalidad.
- La idea de flexibilidad y ofrecer capacidad de acción a las personas para que puedan adaptar el producto y usarlo según sus capacidades.
- El objetivo de que todas las personas estén en igualdad de condiciones a la hora de usar un producto, minimizando la fricción y el esfuerzo necesario para usarlo cuando la persona se encuentra en una situación de discapacidad temporal o permanente.