Diseño emocional

El diseño emocional busca diseñar productos que creen una vinculación fuerte con el usuario. ¿Cómo lo hace? Despertando diferentes sentimientos para influir en la percepción del usuario y generarle la necesidad o el deseo de adquirir el producto, pero también para fidelizarlo. El diseño emocional, pues, va más allá del diseño de producto, ya que no se centra únicamente en que este sea práctico o funcional.

¿En qué consiste el diseño emocional?

El diseño emocional consta de tres fases o respuestas que se dan en diferentes momentos de la relación del usuario con el producto. Estas tres respuestas influirán en su experiencia de usuario y conseguirán que el producto tenga más o menos éxito.

#1. La respuesta visceral

Esta respuesta se correspondería con la primera imagen que nos llevamos de un producto. Es irracional y preconsciente. La respuesta visceral es la que determina a primera vista si nos gustará o no dicho producto. Debe estar enfocado a generar una necesidad o un deseo rápidamente para que el consumidor quiera adquirirlo.

#2. La respuesta conductual

Una vez la respuesta visceral ha sido positiva, entra en juego la funcionalidad. Porque de nada sirve tener un producto con un diseño excepcional si no sabes cómo utilizarlo o la calidad es pésima, ¿verdad? Que la respuesta conductual del consumidor sea positiva o negativa depende de que la interacción entre el objeto y el usuario sea positiva. Dos de los factores que más influyen son la usabilidad y el rendimiento.

#3. La respuesta reflexiva

Esta respuesta actúa en el medio y largo plazo y está vinculada a las emociones que ha generado la experiencia en el usuario. El nivel reflexivo quiere generar recuerdos positivos que hagan que el consumidor se sienta vinculado a la marca. Un usuario puede llegar a sentir la necesidad de adquirir nuevos productos de determinada marca porque los identifica como una vía para expresar su personalidad.

Cómo usar el diseño emocional para mejorar la experiencia de usuario

Al diseñar un producto o servicio es importante tener en cuenta los tres tipos de respuesta que estamos provocando en el usuario. Es importante buscar un buen balance entre ellas: si la respuesta visceral es muy positiva pero la conductual es pésima, difícilmente conseguiremos una buena respuesta reflexiva y, por lo tanto, no fidelizaremos usuarios.

Para aplicar el diseño emocional hay que crear un vínculo cercano con el usuario. Para esto nos servirá el storytelling: una buena historia, orientada hacia tu público objetivo, hará que este se sienta identificado y vinculado con tu producto. Aquí también entran en juego otros aspectos como la parte puramente visual del producto o el packaging.

Pero no todo es la imagen: la funcionalidad es clave. Tu producto debe ser intuitivo, fácil de usar y amigable con el consumidor. Si consigues combinar este aspecto con la parte más visual, conseguirás una experiencia de usuario totalmente satisfactoria. En este sentido, al diseñar un producto debemos tener en cuenta:

  • ¿A qué público está dirigido? Aspectos como el rango de edad, la experiencia tecnológica o muchos otros rasgos característicos del público objetivo son importantes para definir la usabilidad del producto. No es lo mismo diseñar para personas de 20 a 25 años que para personas de 60, aunque se trate del mismo producto.
  • ¿Qué necesidad queremos cubrir? Todo producto debe tener un propósito claro. Identificar correctamente la necesidad del público objetivo es básico para poder diseñar una buena experiencia de usuario.

En definitiva, conocer bien a tu público es la clave para crear un diseño emocional efectivo que consiga generar engagement entre los clientes y los productos que estás ofreciendo.