Cada uno tiene una manera de afrontar una situación y hay estímulos que acostumbran a dar el mismo resultado. Si estás pensando en el experimento del perro de Pavlov, vas por buen camino. Al igual que en nuestra vida cotidiana un “a comer” nos llama a la mesa o un “te quiero” nos pone sensibles, hay un símbolo que modifica nuestra actitud y, en la mayoría de los casos, consigue que abras un email antes que otro. ¿Sabes de cuál hablo?
Cuando empiezas tu primer trabajo estás lleno de energía, quieres que tu esfuerzo se refleje de inmediato y ver los resultados de tu trabajo para sentir que eres útil.
Con una experiencia mínima, tarde o temprano llega ese concepto que aún no había entrado en tu bandeja de entrada: urgente. Totalmente opuesta a su intención, esta palabra te puede convertir en el peor profesional ya que te acelera y te empuja a hacer las cosas rápido y mal. Una palabra con estas connotaciones se debería usar de manera limitada.
¿Cómo afrontar un proyecto urgente?
Tal y como la campanilla de Pavlov hace salivar al perro sin ver la comida que se encontrará en el plato, leer la palabra urgente te acelera, de entrada, sin saber de qué proyecto se trata.
Una solución para que la palabra urgente no modifique el resultado de nuestro trabajo es la planificación. Quizás no sean conceptos antónimos, pero si fuesen personas, no se llevarían bien.
La planificación te permitirá decidir si puedes o no hacerle un hueco a ese proyecto inesperado que en otro momento hubiese creado un caos en tu escritorio del que no saldrías con éxito.
Cuando una tarea necesita nuestra acción inmediata, los conceptos como organizar y planificar los posponemos para cuando tengamos un momento de calma. Pero no, ese es el error: despriorizar la planificación en un proyecto urgente es cavar tu propia tumba.
La importancia de priorizar y determinar tiempos de entrega con más o menos flexibilidad es esencial para tener una foto fiel de la posición en la que nos encontramos. De lo contrario, entras en un círculo vicioso en el que si no hay planificación, todo es para cuanto antes mejor. Los temas empiezan a pisarse y entras en una rutina de estrés y agobio que puede llegar a afectar la salud mental.
Trabajar bajo una presión más alta, ha de ser por tiempo limitado, no puede ser por defecto. Cuando todo es urgente, ese concepto deja de tener importancia.
Con esto no quiero decir que no haya que usar la palabra, todo lo contrario, usarla cuando sea necesario, sin hacerlo a la ligera.