La idea de “diseño inmersivo” fue planteada en 2007 por el director creativo Alex McDowell como forma de referirse a las nuevas posibilidades de la tecnología VR. Aunque hoy en día abarca un concepto mucho más amplio y que sitúa al usuario en el centro, ofreciéndole un complejo sistema de interacción con el producto y nuevas formas de narrativa.
Las experiencias inmersivas diluyen la frontera entre la realidad y el entorno digital mediante la combinación de múltiples tecnologías, que van desde la Realidad Virtual y la Realidad Aumentada hasta los dispositivos hápticos, la arquitectura de espacios y el desarrollo de sonidos, entre otras. Estas herramientas permiten superar las limitaciones de las interfaces planas o tradicionales, de forma que el individuo abandona el rol de espectador pasivo y se convierte en una pieza activa de la historia.
Pero la transición al entorno en 3 dimensiones, la interacción basada en gestos, movimientos o comandos de voz y la necesidad de adaptar la proyección virtual a la realidad física del usuario dan lugar a nuevos retos de diseño y usabilidad. Así pues, en este artículo vemos algunos principios para la creación de experiencias inmersivas que resulten atractivas y eficaces.
1. Aportar realismo visual y auditivo
El ser humano es capaz de conectar emocionalmente con aquellas situaciones que le resultan auténticas y creíbles. Cuidar los estímulos cognitivos mediante la armonización sensorial, en la que las sensaciones que recibe el usuario a través de los diferentes sentidos están alineadas, facilita que se sienta parte del entorno virtual que se le plantea.
Utilizar gráficos con un alto nivel de detalle, cuidar la iluminación y hacer un buen uso de las texturas es clave para añadir profundidad y credibilidad a las imágenes 3D. Los movimientos de estos diseños deben ser fluidos y naturales, respetando las leyes de la física y la gravedad. Prestar atención al uso de la perspectiva y la escala y añadir detalles sutiles, como por ejemplo las partículas de polvo o los reflejos en el agua, también mejora la sensación de inmersión con el escenario.
Por otra parte, la incorporación de sonidos claros y con buena calidad determina el tono emocional de los diferentes momentos o acciones, mientras que el realismo auditivo puede lograrse mediante el denominado “audio espacial”. Esta tecnología permite percibir el sonido como si procediera desde diferentes direcciones en relación con la posición del usuario, ofreciendo una ambientación sonora que coincide con los elementos visuales y refuerza su presencia.
2. Construir un storytelling
Desarrollar productos inmersivos en torno a un storytelling los dota de contexto, a la vez que ofrece un sentido de propósito y motiva la exploración del usuario. Este deja de percibir la experiencia como una mera sucesión de tareas, ya que se le ofrece un rol definido dentro de la narrativa y una serie de objetivos con los que comprometerse.
La creación de tramas coherentes se logra a partir de un tema central o eje conductor, entendido como el camino a recorrer para completar la misión general de la historia. Otro elemento clave son los personajes, entre los que el individuo suele ser el protagonista. Fomentar la interacción con los NPC (o Non Playable Character) para descubrir que tienen sus propias motivaciones y personalidades convierte el entorno virtual en algo más convincente y humano.
Finalmente, la construcción del storytelling también debe tener en cuenta la progresión de la línea narrativa. Se trata de todo lo que sucede entre el inicio de la experiencia y el final de la misma, englobando una gran cantidad de variables: desde el ritmo y estructura de los hechos, hasta los puntos de conflicto, los descubrimientos del usuario, sus logros y crecimiento personal, la evolución de los personajes o los giros argumentales, entre otras.
3. Ofrecer distintas elecciones y perspectivas
Por otra parte, las experiencias inmersivas no lineales tienden a percibirse como más interactivas y memorables. La posibilidad de decidir entre varias alternativas o caminos narrativos genera mayor sensación de control y personalización al usuario, a la vez que amplía el alcance de la historia y su rejugabilidad.
Dicha estructura puede combinarse con varias perspectivas en primera o tercera persona, mostrando alternativamente lo que sucede en distintos escenarios y permitiendo que el individuo asuma varios roles. Esta técnica permite revelar información nueva u oculta, ya que muestra de qué manera afronta los hechos cada personaje y aporta varias capas de profundidad a la trama.
Existen muchas formas de introducir la ramificación del storytelling, que debe abrir nuevas subtramas y afectar de manera significativa al desarrollo de los hechos. Uno de los métodos más frecuentes es el sistema de misiones paralelas, donde el usuario decide el orden en que quiere completarlas. Otras opciones son las respuestas múltiples en los diálogos con los NPC’s o el diseño de mapas de mundo abierto con varias zonas para explorar, por ejemplo.
4. Priorizar la seguridad y comodidad
La cinetosis digital (o cybersickness) es un malestar asociado a las experiencias de VR y AR, y sucede cuando las sensaciones que recibe el cuerpo y el cerebro difieren entre ella. Sus síntomas incluyen mareos, desorientación, sudoración, cansancio, dolor de cabeza e incluso vómitos, por lo que es esencial aplicar algunas estrategias para evitarlo.
La probabilidad de que el usuario sufra cybersickness se reduce al diseñar con una tasa alta de fotogramas por segundo (FPS), generalmente superior a los 90 FPS, que permite mostrar imágenes más fluidas y reduce los mareos. También es importante minimizar la latencia o tiempo de respuesta entre las distintas acciones y su representación visual en la interfaz, ajustar el entorno virtual al FOV o campo de visión del usuario y garantizar los movimientos suaves de la cámara.
El diseño también debe ser psicológica y físicamente seguro. Por lo general se recomienda evitar los elementos de terror o las situaciones emocionalmente intensas y, en el caso de incluirlas, que estas aparezcan indicadas mediante una advertencia y la opción de ajustar su intensidad. Cuando las experiencias requieren algún movimiento físico, además, hay que garantizar que el entorno real de uso sea seguro y que la interfaz puede avisar de la cercanía de objetos o situaciones peligrosas.
Finalmente, la propuesta inmersiva debe tener en cuenta la comodidad del individuo. Esta depende de aspectos como la ergonomía del dispositivo, la usabilidad del hardware, la postura que tiene durante la actividad o la duración de la misma, entre otros aspectos.
5. Validar la accesibilidad y usabilidad
Todos los principios anteriores deben converger en una experiencia accesible y usable, cuyo diseño se adapte a personas con diferentes capacidades físicas y cognitivas.
Los gestos que permiten interactuar con el sistema han de resultar naturales e intuitivos, incluyendo controles personalizables para la navegación por voz o la necesidad de realizar movimientos físicos, por ejemplo. También resulta de utilidad añadir opciones de audio descriptivo, tamaños de letra y componentes ajustables o la posibilidad de escoger entre varias configuraciones y contrastes de color.
Por lo que respecta a la usabilidad, es importante que una misma actividad del usuario siempre dé lugar a la misma reacción o efecto dentro del entorno virtual. Incluir estrategias visuales, auditivas o hápticas de retroalimentación inmediata le ayuda a entender que su acción ha sido recibida y procesada por el sistema. La incorporación de tutoriales, la posibilidad de deshacer las decisiones o el desarrollo de una curva de aprendizaje progresiva, además, contribuyen a una interacción más agradable y satisfactoria.
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